En la hora del recuento, nada en la década audiovisual supera como fenómeno a la masificación del streaming: la gente se acostumbró a poner play, dejó de comprar entradas para las salas y ayudó a crear a un titán mediático (Netflix). Los que sí fueron al cine, consumieron Marvel y Disney, como si el mundo se fuese a acabar. ¿Y qué hay de las otras películas, los clásicos del mañana? Siguen ahí y seguirán, pero hay que cuidarlas: así como están las cosas, su futuro no está asegurado.