La presencia –cada vez más fuerte– de inversionistas con respaldo estatal que compran acciones de empresas occidentales ha provocado, en más de alguien, una mezcla de enojo y desconfianza. Pero hay uno que es bien recibido en todas partes: el fondo noruego, del que su par chileno podría sacar algunas lecciones.

  • 15 Septiembre, 2008

Lo más leído