Son hijos y nietos de corredores bursátiles. En su ADN están el amor por la rueda y los recuerdos de cuando eran los amos y señores de la Bolsa. Hoy soplan otros aires: las corredoras tradicionales han ido desapareciendo, producto de la mayor competencia de los bancos y grandes corporaciones. Sobreviven, literalmente hablando, mientras esperan tener la misma “suerte” de Ureta y Bianchi. Todas sus esperanzas están puestas en el valor que les da ser dueños de una acción de la Bolsa.

  • 10 Julio, 2008

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