Estamos más cerca del control regulatorio que del desarrollo de acuerdos ambientales entre los sectores público y privado.¿Eso es lo que queremos?
Por Sergio Espejo 
Estamos más cerca del control regulatorio que del desarrollo de acuerdos ambientales entre los sectores público y privado.¿Eso es lo que queremos? Por Sergio Espejo
 

1.-El medioambiente llegó para quedarse.

La prensa informa del rechazo de los estudios de impacto ambiental presentados por Hidroaysén. En el Congreso se inicia la discusión sobre una amplia reforma a la llamada institucionalidad ambiental. Es decir, cómo y cuánto regular para hacer compatibles la actividad productiva y la protección del medio ambiente. A miles de kilómetros, en medio de una de las crisis financieras más importantes de las que tengamos registro, Barack Obama y John McCain dedican parte importante de su último debate a confrontar posiciones en materia medioambiental. En resumen, las “cuestiones medioambientales” llegaron para quedarse.

2.-Un buen comienzo.

Nuestra regulación medioambiental y la institucionalidad asociada han sido objeto de múltiples críticas. Algunos sostienen que los estándares son insuficientes. Otros reclaman contra las evidentes dificultades de  coordinación entre una variopinta colección de instituciones públicas con competencias ambientales superpuestas. En este caso, la crítica apunta tanto al exceso de controles como a su debilidad. Curiosidades de la vida: todo depende del lugar desde el cual se observen las cosas.

No obstante, una mirada desapasionada muestra avances significativos. Sujeto a revisión por la OCDE en 2005, nuestro país figura por haber “fortalecido sus instituciones ambientales” e “intensificando sus iniciativas ambientales relativas al aire, el agua, los residuos y la gestión de la diversidad biológica”. La misma OCDE, que no podría ser definida como un club de la autocomplacencia, señala que estos avances se han producido con “instrumentos innovadores” y “reformas exitosas”.

3.-La reforma ambiental.

Sin embargo, la brecha con los estándares aplicables a los países de la OCDE, a la que tanto empeño ponemos en ingresar, es considerable. Y ello es muy importante, porque una economía que descansa crecientemente en los bienes transables, y que quiere competir con éxito, debe dar cumplimiento a las exigencias ambientales establecidas en los tratados de libre comercio y en los medioambientales multilaterales. ¿Sabía usted, por ejemplo, que alrededor del 20% de los compromisos de Chile suscritos en su Memorando de Acceso a la OCDE están vinculados, precisamente, a materias ambientales?

Para avanzar en este campo, el gobierno ha presentado a tramitación parlamentaria un proyecto de ley que crea el ministerio, el servicio de Evaluación Ambiental y la superintendencia de Medio Ambiente. La discusión será ardua y el trámite no se prevé fácil, pero resulta evidente que debemos prepararnos para un entorno de negocios sometido a estándares más elevados.

Para asegurar su éxito, durante la discusión legislativa debemos lograr que la nueva normativa garantice reglas que nivelen el piso de las obligaciones ambientales, instrumentos perfeccionados de fomento para facilitar la puesta al día de las empresas con estas obligaciones y una señal de calidad para los mercados internacionales.

4.-Existen otros caminos.

La pregunta es si la única opción para competir con éxito en mercados internacionales ambientalmente exigentes es el camino normativo e institucional propuesto por el gobierno. La respuesta es negativa. Existen instrumentos a un costo inferior a la tradicional regulación de comando y control y con estándares eventualmente superiores a los establecidos en la legislación.

Por ejemplo, ¿sabía usted que los restaurantes de Concón suscribieron un acuerdo de producción limpia que –en una acción conjunta con la autoridad pública– les está permitiendo disminuir sus costos de operación a la vez que mejorar la higiene y disminuir el impacto ambiental de su actividad? ¿O que 27 empresas, que representan alrededor del 95% de nuestras exportaciones de ostión, firmaron un acuerdo similar para aumentar su eficiencia productiva por la vía de reducir residuos y reciclar?

Así como ellos, muchas otras empresas comienzan a asociarse en acuerdos voluntarios con la autoridad pública para reducir costos asociados a la producción de residuos contaminantes y obtener sellos de calidad ambiental, mediante la optimización de sus ciclos productivos. Es lo que se conoce como producción limpia.

5.-Aún en pañales.

Y sin embargo seguimos en pañales en este campo. Estamos más cerca del comando y control regulatorio que del desarrollo de acuerdos de cooperación público-privada como los descritos. La paradoja consiste en que mientras menos compromiso exista del sector privado para jugar en la cancha de la producción ambientalmente limpia, más exigencia de regulación y control público enfrentaremos. ¿Eso es lo que queremos?
 

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