Falta torneo para juzgar las nuevas contrataciones colocolinas, lo mismo que se necesita más campeonato para saber quiénes brillarán en la elección presidencial. Lo importante, dice nuestro columnista, es que antes que por individualidades, las personas apostarán por un equipo que muestre eficiencia, coordinación y proyección. Por Ricardo Solari 

Falta torneo para juzgar las nuevas contrataciones colocolinas, lo mismo que se necesita más campeonato para saber quiénes brillarán en la elección presidencial. Lo importante, dice nuestro columnista, es que antes que por individualidades, las personas apostarán por un equipo que muestre eficiencia, coordinación y proyección. Por Ricardo Solari

El encabezado amerita una explicación para quienes no siguen el fútbol o quienes, siendo aficionados, no son colocolinos. Sebastián Piñera —socio de Colo-Colo, empresario y candidato presidencial— calificó como “los cuatro fantasmas” a destacadas contrataciones del equipo albo que habían sido bautizadas por su costo y presunta calidad como “los cuatro fantásticos”. El pobre desempeño de estas estrellas colocolinas al inicio del torneo de clausura motivó los declaraciones del impaciente Piñera. Habrá que ver la conclusión del torneo para determinar si eran “fantásticos” o “fantasmas”.

Algo parecido ocurre con la próxima elección presidencial en diciembre de 2009. Falta campeonato.

Por lo pronto, el exitismo de la hinchada aliancista deberá medirse en las urnas con uno de los cuatro candidatos que se perfilan dentro de la Concertación: Ricardo Lagos, José Miguel Insulza, Soledad Alvear y Eduardo Frei (anotados rigurosamente todos —para no ofender a nadie— siguiendo el grado de adhesión que informa la última encuesta CEP). Por otro lado, es arriesgado apostar a que la Alianza presentará un único candidato. Y esto, atendiendo a juicios de comentaristas tan autorizados como Hermógenes Pérez de Arce quien, días atrás en El Mercurio, abogó por un perfil más integrista para la opción presidencial de la derecha —promoviendo directamente la candidatura de Hernán Buchi. O, eventualmente, que los gritos de “¡se siente!, ¡se siente! ¡Longueira presidente!” que, cada tanto, llenan las reuniones de la UDI, se materialicen por fin en una candidatura hecha y derecha.

Si Piñera resuelve este problema tendrá que enfrentarse al candidato de la Concertación. Digo “el” candidato, suponiendo temerariamente que la sensatez, que no dominó en la construcción de la estrategia municipal, se reponga a la hora de jugar partidos decisivos. Decimos que falta campeonato y, por cierto, la llave más larga está del lado la Concertación. Se trata verdaderamente de lo que suele llamarse en jerga del periodismo deportivo el “grupo de la muerte”. El ganador de estas eliminatorias suele llegar tan extenuado, lesionado y maltrecho a la instancia definitiva, que es presa fácil para su contendor. Por lo menos, ya tenemos dos fechas fi jadas: el 29 de noviembre en la convención presidencial socialista (originalmente, el escenario de proclamación de José Miguel Insulza, pero donde, sorprendente, el primer pre candidato inscrito fue Ricardo Lagos) y el 12 de diciembre (cuando la junta demócrata cristiana debería resolver el nombre de su candidato/a presidencial). El presidente del PPD ha declarado, a su vez, que su partido demora sólo minutos en proclamar a Ricardo Lagos como su postulante (evento en el cual muchos punteros de ese cuadro perderían por walk over). Y José Antonio Gómez, presidente del PRSD, ha manifestado su intención de jugarse en una campaña destinada a representar la opción del radicalismo en una eventual elección primaria de la Concertación.

Siguiendo a David Pizarro —el más destacado jugador chileno en el extranjero, quien se niega a participar de la selección nacional—, Ricardo Lagos Escobar, el más cotizado de su equipo, ha declarado que no está dispuesto a participar en ninguna primaria ni convención.

No quiero mencionar las fintas y descuelgues de otras figuras del plantel: Marcelo Trivelli, Jorge Arrate y Alejandro Navarro, entre otros. Yen verdad nadie puede anticipar razonablemente cómo podrían incidir en el resultado final jugadores que se insinúan en solitario: Jorge Schaulsohn y Adolfo Zaldívar. Mal que mal, Schaulsohn fue el candidato de la Concertación por la principal comuna del país en la elección municipal pasada y Zaldivar era presidente del Partido Demócrata Cristiano cuando Michelle Bachelet fue ungida presidenta en 2006.

He querido señalar que falta mucho tiempo para emitir juicios definitivos respecto de lo que ocurrirá en 2009. Todavía faltan los play-offs. Lo principal es que, en el caso de la Concertación, los distintos actores sean capaces de contribuir constructivamente a la solución de los problemas que enfrenta la población: inflación, Transantiago, inseguridad. Antes que por individualidades, las personas sólo apostarán por un equipo que muestre eficiencia, coordinación y proyección. Esto definirá no sólo la elección de 2009 sino también el juicio de la opinión pública sobre el gobierno de Michelle Bachelet. Falta mucho todavía por demostrar en la cancha.

Yo quiero fantásticos y no fantasmas. No sólo porque soy colocolino, sino también porque creo que mejorar el nivel del juego nos hace bien a todos: jugadores y espectadores. Estoy convencido de que el desenlace es aún incierto pero, por todo lo que he dicho, con toda seguridad será un resultado estrecho.
 
 
 

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