Imagine una mezcla de aserrín, bacterias y lombrices en una piscina cuadrada. Podría sonar a experimento escolar, pero es la combinación perfecta para tratar las aguas servidas con residuos sólidos, tanto en forma domiciliaria como industrial. El modus operandi es el siguiente: entran los residuos por arriba y mientras bajan empiezan a trabajar microorganismos que degradan la materia orgánica. “El resultado es agua limpia que sirve para regar a nivel industrial y que incluso se podría potabilizar, pero a otro costo”, explica Matías Sjogren, gerente general de Biofiltro.

  • 10 Marzo, 2011

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