brexit-vote-leave-sticker

Fue curioso ver a gente celebrando el éxito de Brexit, la votación del Reino Unido a favor de separarse de la Unión Europea, dada la reacción simultánea de los mercados. En la medida que el estrecho resultado se daba a conocer, la libra esterlina perdió un 10% de su valor, la caída más brusca en su historia. Se esperan días o meses de volatilidad en los mercados, especialmente en el sector bancario, pues el rol de Londres como centro financiero – que representa más de 10% del PIB – tendrá que cambiar. Pero ese Londres, centro multicultural de inversión, es precisamente lo que muchos rechazaron, favoreciendo a la vez, el racismo, el resentimiento, y muy posiblemente, una eventual recesión. Las preguntas obvias son, ¿por qué votaron como votaron? Y ¿qué pasa ahora?

Ambas respuestas son complejas. La historia de cómo llegamos a este punto comienza, probablemente hace siglos, pues la historia de Gran Bretaña con Europa ha sido difícil. Si bien hoy pensamos en una isla-fortaleza, cuya condición isleña le permitió evitar la invasión Nazi, la verdad es que durante la mayoría de su historia formó parte de algún imperio europeo. De ahí su actitud de sospecha frente a sus vecinos – especialmente Francia y Alemania. Si en los años sesenta y setenta personajes como Margaret Thatcher lograron convencer a la población de que la mejor forma de equilibrar el poder de sus rivales históricos era entrar a la entonces Comunidad Europea, hoy, gracias en gran medida a la crisis que sigue atravesando la Unión Europea, la mayoría de los británicos prefieren darles la espalda.

La segunda causa tiene relación con las diversas crisis que vive Europa. Para muchos británicos, tanto la crisis económica (causada, en parte, por bancos basados en Londres) como la ola de refugiados desde África y el Medio Oriente han transformado a Europa en un problema más que en una oportunidad.

La tercera causa es el resentimiento por parte de personas que se sienten como los perdedores de la globalización. Como ocurre en los EEUU con Donald Trump, los que votaron a favor de Brexit son desproporcionalmente mayores, con menor nivel de educación, más rurales que urbanos, y, aunque no pobres, de clase media baja. Es un sector que durante dos o tres décadas ha visto tanto su riqueza personal como su influencia cultural reducida. La desigualdad importa: el 20% de los hogares más ricos poseen 117 veces más que el 20% más pobre. Es más, los hogares más ricos viven precisamente en aquellas regiones que votaron por quedarse en Europa: Escocia y Londres.

Alguien, piensan muchos, debe ser responsable por el deterioro de su posición en la sociedad, y abierta o subyacentemente, culpan a los extranjeros. Los inmigrantes, según esta lógica, les han quitado empleo y han introducido costumbres ajenas. Cuando el líder de UKIP, Nigel Farage, hablaba de ‘retomar Gran Bretaña’, ¿de quienes, precisamente, habría que retomárselo?

¿Qué pasa ahora?

Más allá de los vaivenes burocráticos que significa la separación, aparecen varios peligros políticos para Gran Bretaña. En Escocia la líder independista, Nicola Sturgeon, ya anunció su intención de realizar otro referéndum, y la clara diferencia en la actitud hacia Europa hace que las chances de su éxito hayan aumentado sustancialmente.

El primer ministro David Cameron ha renunciado, pero su intención es mantenerse en el poder hasta fines de año, tratando de garantizar una transición ordenada dentro del Partido Conservador, pero el partido está dividido. Cameron desea que sea su sucesor (o sucesora) quien negocie la salida. En ese caso el candidato más obvio será Boris Johnson, el controversial ex alcalde de Londres. Pero ¿qué pasa si el partido opta por un líder como Teresa May, la ministra del Interior, que se opone a Brexit? ¿Qué pasa, además, si el electorado se empieza a dar cuenta de los costos de salirse de Europa, y usa las próximas elecciones como otro referéndum más sobre el tema?

Tampoco queda claro qué ocurrirá con el Partido Laborista, cuyo líder, Jeremy Corbyn, estuvo casi ausente durante este debate. Su partido ha estado dividido desde que asumió al poder, y Corbyn, que ha sido un histórico opositor a la Unión Europea (la ve como un complot capitalista), se vio obligado a públicamente velar por el Remain.

Dicen que la política, al fin de cuentas, es local, y uno se queda con la impresión de que la votación tuvo que ver tanto con asuntos domésticos como con opiniones a favor o en contra de Europa; más con darle una paliza a líderes nacionales que a tratados internacionales. Un dato que resulta chocante y revelador: según el sitio Google Trends, luego de que se dieran a conocer los resultados, la segunda pregunta más googleada desde el Reino Unido fue, ‘¿Qué es la Unión Europea?’.

0 0 votes
Article Rating