Sin plazas colapsadas, sin cacerolazos por las noches, sin gallitos con ningún ministro. Los ciclistas urbanos ganaron espacios en la ciudad y ni nos dimos cuenta. A dos ruedas, esquivando esquinas peligrosas, ciclovías incompletas y automovilistas estresados, están consiguiendo a pulso que la bici tenga un lugar protagónico en la urbe. POR M. Cristina Goyeneche

  • 26 Enero, 2012

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