Director Revista Capital

Capital ha llegado este 2014 a la mayoría de edad. Fue en 1996 que este medio vio la luz, pregonando una declaración de principios en donde la reivindicación del espíritu empresarial de pequeños emprendedores y grandes hombres de negocios ocupaba (y aún ocupa) un lugar destacado en su parrilla editorial, muy de la mano de la cultura, la calidad de vida y los grandes temas de debate público.

Hoy es este último, el debate público con mayúsculas, el que se toma por asalto nuestra edición aniversario. Más que contar una historia singular o escarbar en las visiones de un solo líder de opinión, esta vez quisimos hacer una contribución amplia a uno de los temas de discusión que con más fuerza cruza al país: la aparente tensión que habría entre las nociones de igualdad y libertad.

De la mano de la Sociedad de Fomento Fabril convocamos a un encuentro de reflexión a una treintena de exponentes de la política, los negocios, el emprendimiento, la cultura y centros de pensamiento, todos ellos con el criterio muy bien formado.

El puntapié inicial lo dieron el director del Centro de Estudios Públicos (CEP) Harald Beyer; el presidente del Partido Socialista, diputado Osvaldo Andrade; y el abogado y columnista, Jorge Navarrete, quienes dejaron fl otando en el ambiente no sólo robustos conceptos, sino que potentes emociones y exhortaciones por abordar con urgencia en este debate, cuya pulsión ya sacude al país.

Lo que inicialmente iba a ser una discusión de igualdad “versus” libertad progresó rápidamente a un debate sobre igualdad “y” libertad, en donde el emparejar la cancha y corregir las desigualdades evidentes que aún tiene nuestra sociedad no tiene por qué coartar la libertad de emprender o reducir los espacios de acción de los privados.

En el lenguaje de los emprendedores que participaron del debate, la palabra que emergió con fuerza fue colaboración, una dinámica muy presente en el origen de muchos emprendimientos que han terminado siendo exitosos y que se puede exportar a la sociedad. Para quienes se mueven en los círculos de la innovación, las lógicas de la confrontación no sólo resultan anacrónicas, sino que absurdas en los tiempos que corren.

Colaboración y no conflicto. Eso es lo que mejor sintetiza la dinámica de la jornada. Una jornada en la que ninguno de los presentes dejó de acusar el golpe de la violenta realidad que se vive en los Bajos de Mena que describió el diputado Andrade (en donde la libertad no es tema, porque en la pobreza no hay libertad), pero en la que también se terminó aquilatando el insustituible aporte del emprendimiento privado y la empresa, que más que un tigre al que temer o una vaca a la que ordeñar, es un noble percherón, como nos recordó Juan Pablo Swett, al citar a Winston Churchill.

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