Director Revista Capital

Así como el 13 de abril de 1970, tras encenderse múltiples señales de alerta en el tablero de navegación del Apolo 13, la Tierra recibió desde el espacio un mensaje de socorro (“Houston, tenemos un problema”), hoy es el planeta el que está registrando en su tablero luces que saltan acusando que la biósfera, esa delgada franja que alberga la vida, está en problemas.

Si bien el estrés medioambiental al que está sometida la Tierra es de larga data, cada año hay un día exacto en que la contabilidad del planeta debería ver prendidas todas las luces rojas de advertencia. Este 2016 fue el 8 de agosto, día en que según la contabilidad de las ONG que monitorean el tema, nos sobregiramos, es decir, consumimos o gastamos los recursos naturales que por capacidad de regeneración planetaria debíamos utililizar durante el año completo.

En el caso de Chile, nos estamos tomando un poco más de tiempo en consumir lo que deberíamos gastar como país en el año como un todo: este 2016 lo haremos el 31 de octubre, pero a la velocidad con que estamos sobregirándonos año contra año, el problema promete ser de proporciones con mucha rapidez.

En Capital estamos completando ocho años en que la preocupación por los temas ambientales y de sostenibilidad son parte relevante de nuestra agenda. Desde la pasada década es que dedicamos una edición anual enteramente a esos contenidos. Asimismo, desde hace varios años editamos la primera revista 100% digital, The Note (www.thenote.cl), exclusivamente enfocada en estos tópicos. Poco después dimos un paso adicional y comenzamos a imprimir en papel certificado, de modo de asegurar que su producción no estuviera ligada a deforestación o destrucción de hábitats en peligro de conservación. Y ahora, a partir de este número, estamos yendo más allá en esta vocación y hemos comenzado a neutralizar nuestras emisiones, tras un acuerdo con Arauco y SCX, la Bolsa de Clima de Santiago.

Sin ánimo de sermonear, en Capital nos parece relevante demostrar que éstos son temas que así como se predican, se practican, y que parten de una constatación básica: que el milagro de la vida sólo existe en esta frágil y delgada capa, la biósfera, que habitamos y que comparativamente es más delgada que la cáscara de una manzana. Aquí, en este escaso estrato epitelial que flota adosado a una roca que viaja por el espacio, estamos atrapados nosotros y todas las formas de vida que se conocen en el universo. No concederle importancia y los cuidados que se merece, equivaldrían a un acto de necedad cuyas consecuencias serían, por lo aberrante y criminal, más que merecidas. •••

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