Hay que mirar la experiencia tanto de los países que les fue bien como de los que fracasaron.

 

La mejor forma en que Chile puede aprovechar las experiencias de desarrollo de los países afines es poniendo una atención igualmente intensa a las experiencias de desarrollo fallidas de los países similares al nuestro. A la par de estudiar a los like-minded countries, debiéramos también mind the alike (preocuparnos de los parecidos).

Estudiar las experiencias de países que lograron cruzar el umbral del desarrollo parece una idea razonable. La iniciativa promovida por cancillería convoca a pensar en el largo plazo y a concentrarnos en estrategias de desarrollo nacionales de Estado, y no solo de un gobierno. Pero, al mirar las experiencias de los países que tuvieron éxito, debemos también ser metodológicamente consecuentes y analizar a los países que han fracasado. Porque muchas de las políticas exitosas en algunos países fallaron en otros, no debemos ignorar que todo buen proyecto de investigación debe evitar la selección por variable dependiente. Cuando uno quiere entender las causas del desarrollo y solo estudia países que lograron desarrollarse, puede llegar a conclusiones equivocadas. Las mismas políticas pueden gatillar el desarrollo en algunos países, pero no en otros. Por eso, se debe estudiar casos de países desarrollados y casos de países de desarrollo frustrado para identificar cuáles son las variables presentes en los primeros y ausentes en los segundos.

Para alcanzar el desarrollo, los países necesitan de una combinación de buena fortuna y estrategias adecuadas. Algunos países con limitados recursos han logrado dar el salto hacia el desarrollo. Otros han aprovechado positivos términos de intercambio de sus materias primas para construir la base de su desarrollo. La teoría de la modernización sugería que todos los países eventualmente convergerían hacia niveles similares de desarrollo. Esa teoría clásica postulaba que algunos países se industrializaron antes y por eso llegaron primero a un estadio de desarrollo superior. Pero como es más difícil crecer cuando uno ya es desarrollado, los países subdesarrollados pueden acortar distancias en sus etapas iniciales de desarrollo. Mejor aun, los países subdesarrollados pueden aprender de los aciertos y errores de los que cruzaron antes el umbral de desarrollo. Pero el camino al desarrollo sería siempre el mismo.

Sin embargo, algunas teorías de modernización más recientes sugieren que a medida que pasan los años, cambian también las vías para llegar al desarrollo. Lo que funcionó para Estados Unidos hace un siglo no funciona hoy. Tampoco sirve intentar lo que Corea del Sur hizo exitosamente hace 40 años. En cada momento histórico, hay caminos distintos (y no siempre únicos) para alcanzar el desarrollo.

La evidencia nos muestra que muchos países no logran desarrollarse. Sobran los casos de países ricos en recursos naturales que han languidecido en la pobreza. Otros que pasan por períodos de crecimiento elevado, pero se estancan antes de cruzar el umbral del desarrollo. Las naciones exportadoras de materia prima a menudo ven sus ciclos de crecimiento asociados al valor de sus exportaciones en los mercados mundiales. Cuando los términos de intercambio son favorables, los países se llenan de recursos (como Venezuela con el petróleo o Chile con el cobre). Muchos de esos países gastan en demasía en los años de las vacas gordas. Pero cuando esos precios caen, los efectos negativos perduran por años. Esa historia se ha repetido tristemente en América latina en los últimos cien años.

Chile parece no haber recibido un mal patrimonio de recursos naturales. No tenemos petróleo, pero el salitre primero y el cobre después han permitido que obtengamos impresionantes beneficios en nuestra balanza comercial. Mejor aun, Chile tiene enormes fuentes de energía disponibles en su territorio (renovables) y otras accesibles en países vecinos cuyos intereses de largo plazo están perfectamente alineados con los nuestros (Bolivia, gas por mar). Nuestra incapacidad para cruzar el umbral del desarrollo ha pasado mucho más por privilegiar estrategias equivocadas que por el patrimonio de recursos naturales. La insuficiente productividad de nuestra fuerza de trabajo también debe haber tenido un efecto. Pero la productividad de la fuerza laboral es también resultado de las políticas de desarrollo –y educación– que implementa un país.

Por eso, tiene sentido analizar las experiencias de otros países para aprender lecciones que le permitan a Chile cruzar el umbral del desarrollo. Pero al mirar cómo lo hicieron los países exitosos, no debiéramos caer en el facilismo de creer que hay recetas mágicas. Tampoco debiéramos olvidarnos que, para entender los motivos que facilitan y dificultan el desarrollo, necesitamos mirar tanto a los casos exitosos como también a los fracasados.

 

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