Los jóvenes estudiantes, especialmente del sistema público, apuntan una vez más a la mala educación. A través de su aguda crítica, creatividad, poderosa tecnología en mano y capacidad de agruparse colectivamente, han levantado la voz. El mayor riesgo es quedarnos sordos en la comodidad de cambios poco trascendentes y silenciarlos.
Por: Ana María Raad, Antropóloga, experta en innovación y educación.

  • 5 Diciembre, 2019

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